Historia de jacob
Este artículo trata sobre
Jacob el patriarca. Para otros usos de este término, véase Jacob (desambiguación).
Jacob
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Profeta,
Patriarca, Israel,
Padre de las tribus
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Nacimiento
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c. 2000 a.C.
Canaán |
Fallecimiento
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c. 1853 a.C.
Egipto |
Venerado en
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Jacob luchando con el Ángel
Jacob o Ya'akov, en hebreo יַעֲקֹב "sostenido por el
talón" o en árabe يعقوب Yaʿqūb, conocido después como Israel hebreo יִשְׂרָאֵל"el que pelea junto a
Dios", árabe اسرائيل Isrāʾīl) es uno de los patriarcas
en la Biblia. Su historia es contada en el libro del Génesis.
Yavé continuamente declaró su amor por Jacob
(Malaquías:
"... yo amé a Jacob, y odié a Esaú...").
Cuenta el relato que Jacob compró la primogenitura de su hermano Esaú por un plato de lentejas (Génesis 25:34),
y a su esposa,Raquel, la compró a su tío Labán a cambio de catorce años de
trabajo. (Después de los siete primeros Labán lo engañó, entregándole a
su hija Lea. Siete años más tarde le entregaría a Raquel).
Dios renombró a Jacob como Israel (Génesis 35:9-11)
tiempo después que este protagonizara una lucha contra un ángel (Elohim-Dios) (Génesis 32:23-30),
y llegaría a ser el padre de los israelitas.
Jacob, según la tradición, probablemente
naciera en Lahai-roi, unos veinte años después del matrimonio
entre Isaac y Rebeca, cuando para ese tiempo su padre tenía sesenta
años de edad (Génesis 25:26),
y su abuelo Abraham ciento sesenta años. Al
igual que su padre, Jacob era de disposición tranquila, porque, según el
relato, el era un ish tam, traducido como sencillo o puro, en el sentido de la perfecta sencillez. También dice que yacía en la tienda lo cual, interpretado por
muchos eruditos bíblicos, es una señal de ser alguien muy estudioso.
Era el segundo nacido de los hijos mellizos
de Isaac y Rebeca. Durante el embarazo, los niños "luchaban" dentro
de ella (Génesis25:22). Cuando
Rebeca le consultó a Dios el porqué de la lucha, recibió el mensaje de parte de
Él, que dos naciones, muy distintas entre ellas, estaban formándose en su
vientre, y que el mayor serviría al menor. Rebeca siempre recordó estas
palabras. De hecho, ella siempre favoreció a Jacob. Entretanto, su padre,
Isaac, siempre favoreció a Esaú, el otro hijo
mellizo, quien era un hombre de campo, y un gran cazador.
Historias bíblicas
Bendición del primogénito
La Biblia dice que cuando los muchachos
estaban creciendo, Esaú, el cazador, un día vino hambriento, y le pidió a su
hermano Jacob el plato de lentejas que estaba comiendo. Jacob, por consejo de
su madre, le pidió que le vendiera la primogenitura como hijo mayor, a cambio
del alimento. Esaú, viendo que este derecho era inservible para él si llegaba a
morir, accedió, y así, en palabras bíblicas "despreció su
primogenitura".
Este derecho no sólo incluía el tradicional
rito bíblico de los primogénitos, el cual garantizaba un rango superior en la
familia (Génesis49:3), sino también,
una doble porción de la herencia paternal (Deuteronomio 21:17).
Cuando Isaac envejeció, y había perdido
bastante su vista al punto de quedar casi ciego, envió a Esaú a los campos,
diciéndole que cazara algo para una última comida antes de recibir su
bendición. Rebeca escuchó, y le dijo a Jacob que degollara dos cabritos, y se
los trajera a su padre, para que recibiera de él la bendición de su hermano.
Jacob objetó que su padre, aunque estaba casi ciego, podría notar la
sustitución sólo con tocarlo, ya que Esaú era bastante velludo, y él era
lampiño. Rebeca le dijo que no se preocupara, y le colocó a modo de fundas las
pieles de los cabritos sobre cuello y manos.
Jacob, así vestido, fue a la presencia de su
padre clamando ser su hermano, entonces Isaac, sospechando de su voz, pidió que
se acercara para palparlo. Una vez que se "aseguró" que era
"Esaú", le dio la bendición. Tan pronto como Jacob recibió dicha
bendición y se marchó, Esaú llegó, cayendo en gran cólera por lo que había
ocurrido. Isaac, quien ya se había dado cuenta del error, le dijo que lo único
que podía darle era una bendición menor. Esaú, en cambio, juró que iba a matar
a su hermano, una vez que su padre muriese.
Jacob y Raquel junto a una
fuente(grabado
del siglo XIX).
Rebeca, su madre, dándose cuenta de antemano
de las intenciones asesinas de Esaú, le llamó y lo hizo huir, enviándolo donde
su tío,Labán, hasta que la
furia de Esaú disminuyera. También, le aconsejó que buscara una esposa mientras
viviera allí.
Cuando Jacob huyó, Esaú envió a su hijo
Elifaz para que le matara y le despojara de todas sus pertenencias. Elifaz,
célebre arquero, se hizo acompañar de diez de sus tíos maternos en la
persecución y alcanzó a Jacob en Siquem. Jacob le suplicó: "Toma todo lo
que tengo, pero perdóname la vida y Dios considerará tu pillaje una acción
justa". En consecuencia, Elifaz le dejó completamente desnudo y se llevó
el botín a su casa; pero esa muestra de compasión enfureció a Esaú.(Jubileos
25, 1ss.; Gen.Rab.767;Mid. Hagadol Gen.437;Sepher Hayashar 96-98.)
[Sólo la simpatía que sentía por su hijo
primogénito Esaú pudo haber decidido a Isaac a no dar a Jacob los regalos
adecuados para la novia; y para que esa actitud severa no pudiera interpretarse
como una condena de la bendición robada, se nos habla del pillaje de Elifaz,
que, de forma un tanto inverosímil, sirve a Jacob de excusa por haber llegado
con las manos vacías.1
En el camino a Harán, experimentó una extraña
visión, en la que sostenía una escalera que llegaba hasta el cielo, una visión
que es comúnmente referida en las Escrituras como La Escalera de Jacob. Desde la cima de la
escalera, escuchó la voz de Dios, que repetía muchas bendiciones hacia Jacob.
Continuando su camino, llegó a Harán. Paró allí, y encontró a la hija más joven
de su tío Laban, su prima Raquel. Después de que Jacob había vivido un mes con
sus familiares, Laban le ofreció paga por la ayuda que le había dado. Jacob
indicó que le serviría por siete años, pues no tenía dote o pertenencias para
ofrecerle a cambio de la mano de Raquel en matrimonio, a lo cual Laban accedió.
Estos siete años le parecieron a Jacob
"unos pocos días, por el amor que le tenía a ella". Pero una vez que
se completó el tiempo establecido, Laban le dio a su hija mayor, Lea, en su lugar. En la mañana, cuando Jacob
descubrió el cambio, se quejó, a lo que Laban dijo que en su país era
inaceptable dar en matrimonio a la hija menor antes que la hija mayor. Entonces
ofreció a Jacob darle a Raquel también, aunque sólo si permanecía con Lea. Él
cumplió con la luna de miel y trabajó otros siete años.
Una vez que se casó con ambas, "Jacob
amó a Raquel y despreció a Lea". Dios, viendo esto, hizo que Lea procreara
muchos hijos. Ella le dio a luz a Rubén, Simeón, Leví,
y aJudá antes de partir al
desierto. Raquel, viendo que era incapaz de procrear un hijo, se puso celosa de
su hermana, entonces pidió a Jacob que tuviera hijos con su criada, Bilha, para que ella pudiera tener un hijo a
través de ella. Jacob hizo así, y Bilha le dio a luz a Dan y Neftalí. Así, Lea
también entró en celos, y le pidió a Jacob que tuviera hijos también con su
criada, Zilpa. Ella a su vez, le dio a Gad y Aser. Entonces, Lea volvió a ser fértil
nuevamente, y le dio a luz a Isacar, Zabulón y Dina. Entonces Dios se acordó de Raquel y al
fin, le dio dos hijos, a uno lo llamó José y al otro Benjamín.
Para el tiempo en que nació José, Jacob
deseaba volver a casa, pero Laban notó que Dios le había bendecido en gran
manera mientras Jacob estuvo allí, por lo que le rogó que se quedara. Laban
ofreció pagarle, entonces Jacob mencionó, como posible pago, parte del hato de
ganado de Laban, el cual había aumentado grandemente. Laban accedió, e
inmediatamente le dio todas las reses que Jacob había solicitado.
Conforme el tiempo pasaba, los hijos de Laban
se dieron cuenta de que Jacob tomaba la mejor parte de sus rebaños, además de
que la actitud amistosa de Laban hacia Jacob había cambiado. Entonces, Dios le
advirtió a Jacob salir del pueblo, y después de una rápida consulta a sus
esposas, el partió sin dar aviso a Laban. Antes de partir, Raquel robó los
íconos de la casa de su padre.
Laban en gran ira, persiguió a Jacob durante
siete días, pero la noche antes de que lo lograra alcanzar, Dios le habló en
sueños y le dijo: "Debes tener cuidado de no hablar mal a Jacob" (Génesis 31:24).
El día que se encontraron, en el monte
Gilead, Laban acusó a Jacob de escabullirse con sus hijas, como si fueran
cautivos, y le cuestionó por qué no le había avisado de su partida con
anticipación. Le menciono a Jacob que pudo herirlo, pero el mensaje de Dios la
noche anterior lo detuvo de hacer esto. Finalmente preguntó por qué los íconos
habían sido robados.
Jacob no sabía que Raquel había robado los
iconos. Por tanto, le dijo a Laban que quienquiera que los haya robado debe ser
muerto, a lo cual le solicitó permitirle buscar. Laban lo hizo así, mas cuando
buscó en la tienda de Raquel, ella los escondió sentándose sobre ellos. Una vez
que terminó su búsqueda, y vino sin nada, Jacob, molesto, lo reprendió por
haberlos perseguido e insistir en revisar sus cosas, recordándole todo el
tiempo que habían perdido mientras revisaban las tiendas. Ambos hicieron la
paz, y Laban regresó a casa, y Jacob siguió su camino.
De regreso a la Tierra Prometida
"Y Jacob siguió su camino, y los Ángeles
de Dios lo encontraron", debido a su fe en el Dios de Abraham.
Debido a este encuentro Jacob llamó al lugar Majanaim, del hebreo מחניים, "el doble
campo". Aquí, previamente él había visto a los ángeles, de los cuales
había soñado verlos "subiendo y bajando en
la escalera cuyo inicio alcanza los cielos"(Génesis 28:12).
Tan pronto se acercó a la Tierra Prometida,
Jacob envió un mensaje a su hermano, Esaú. Sus sirvientes volvieron con la
noticia de que Esaú estaba aproximándose, a encontrarse con Jacob con un
ejército de 400 hombres. En gran agonía, Jacob se preparó para lo peor. Sintió
que ahora debía encomendarse...
«dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios
de mi padre Isaac, Yahvé, líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de
Esaú, porque le temo…» (Gn 32:10,11)
«Entonces Jacob dijo a su familia y a todos
los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros… (Gn 35:2) «Dijo Dios a Jacob:
Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te
apareció cuando huías de tu hermano Esaú» (Gn 35:1).
Notar que Jacob no dice: vayamos y haré un
altar a Dios, sino:
«subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios
que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo…» (Gn 35:2)
De los "dioses ajenos" al Dios de
Jacob
«Y dieron a Jacob todos los dioses ajenos que
había en poder de ellos…» (Gn 35:4)
Resulta conveniente ahondar el porqué de la
existencia de esos «dioses ajenos» en la familia de Jacob:
Originalmente su abuelo Abraham y su
bisabuelo Teraj adoraban a dioses "extraños" (posiblemente el dios
Anu; ver Josué 24:2), ya que hay que tener en cuenta que durante centurias,
toda la región había estado influida por las religiones de origen cananeo, cuya
principal deidad era el dios IL (El, Elohim en hebreo), principal
deidad de los nómadas y, por ende, con funciones eminentemente éticas y
sociales. Es descrito como tolerante y benigno: recibe los títulos de «Padre de
los dioses», «creador de las criaturas», «rey», «padre de los hombres»,
«amable», «misericordioso» y «toro». De este 'dios', Baal era "hijo".
Por otra parte es sabido que el patriarca
Abraham fue llamado por esa divinidad llamada Yahvé (Gn 12:1; 17:1; 22:11-16).
Y ese mismo dios también llega a su mayordomo (Gn 24:12,26), a su sobrino Lot
(Gn 19:16), a su sobrino Betuel (Gn 24:50), a su sobrino nieto Labán (Gn
24:31), y a su hijo Isaac (Gn 25:21).
Posteriormente, cuando Abraham llegó a Canaán se encontró con que los
cananeos (la población local) a dios lo denominaban El. Así, en la ciudad de Siquem se lo conocía
como «El Berit» (Jue 9:46). En Betel se lo llamaba «El Betel» (Gn 31:13). En
Jerusalén le decían «El Elyón» (Gn 14:18-20). En Bersheba, «El Olam» (Gn
21:33). En el desierto del Néguev, «El Roí» (Gn 16:13)...
Allí, una vez establecidos, aquellos
patriarcas empezaron a rendir culto a «Dios» en los santuarios del dios El. Es posible advertir que Isaac le pide a El Shaddai bendiciones para su hijo
Jacob (Génesis 28:3). Todo parece contribuir a una especie de sincretismo entre
el dios El y el Dios Yahvé.
Asimismo es interesante observar que Jacob se
encontró con un "ángel" (Elohim-dios) con el cual tuvo que luchar
hasta vencerlo: «Y el varón (ángel) le dijo: ¿Cuál es tu
nombre? Y él respondió: Jacob. Entonces el varón (ángel) dijo: No se dirá más tu
nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has
vencido» (Gn 32:27,28).
Pero es notable que ese «dios» no conocía su
nombre, ni le dice el suyo. No obstante, Jacob le pide bendición (Génesis
32:26-30).
[Ese «ángel» no puede haber sido un ángel del
verdadero Dios Yahvé, pues le teme
a la luz del amanecer (ver Job 24:17 y Oseas 12:4). Pero dado aquél sincretismo
religioso en que vivían por entonces, Jacob dice haber visto a dios cara a cara
(Gn 32:30)]. Al analizar su nuevo nombre surge la identidad de ese 'dios':
Israel (ישראל, del hebreo "el que lucha con(tra)
EL").
Por su parte, el verdadero Dios Yahvé se le había aparecido cuando huía de su hermano… (Gn 35:7). [Este (Elohim) o
«ángel» (lit. el "mensajero" o "enviado" de Yahvé) no es
aquí un ser distinto de Dios (ver Éxodo 3:2 y 3:6), sino el mismo Señor en
cuanto que se hace presente para comunicar un mensaje].
Lo destacable es que Jacob y sus
descendientes (israelitas) se caracterizarían por luchar contra aquellos ídolos
y por lo tanto adorar al único Dios Yahvé. Durante
siglos, el pueblo de Israel lucharía contra la idolatría (los dioses del materialismo como El, Baal, Asera...)
¿Renombrado dos veces?
Posteriormente, en el Capítulo 35, la Biblia
indica:
«Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había
vuelto de Padan-aram, y le bendijo. Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se
llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre
Israel. También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente» (Gn 35:9-11)
Es fácil advertir que en esta oportunidad el
verdadero Dios omnipotente Yahvé es el que se presenta a
Jacob, (de quien no ignora el nombre) y lo bendice.
Jacob se estableció en Sucot por un tiempo. Mientras
viajaba posteriormente a Efrata, camino de Belén, Raquel murió dando a luz a su
segundo hijo, Benjamín, seis años
después del nacimiento de José (Génesis 35:16-20).
Los descendientes de Jacob vivirían en
Egipto. Continuaron el sincretismo religioso y se contaminaron con la vida
materialista, egoísta e interesada de ese imperio (con sus 'dioses materiales')
(Ezequiel 20:7), por eso el verdadero Dios tenía necesariamente que darse a
conocer:
"El día que alcé mi mano para jurar a la
descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en la tierra
de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré, diciendo: Yo soy Yahvé, vuestro
Dios" (Ez 20:5)
Se entiende entonces que entre tantos dioses
que impregnaban la vida del pueblo (Ez 20:8), los hebreos destacaran
posteriormente: "nuestro baluarte es
el Dios de Jacob"(Salmo 46:7, 11)
Pérdida y reencuentro con José
"La túnica de
José" por el pintor neoclásico José Vergara (1790)
Isaac murió a la edad de 180 años, 44 después
de que bendijera a Jacob y lo enviara a Harán a buscar esposa. En este tiempo
también, José, quien contaba con 30 años, había sido liberado de prisión en Egipto y había sido nombrado
Gobernador de esas tierras, sólo por debajo del Faraón.
Tiempo antes de esto, Jacob había sido
profundamente "herido en su alma" con la desaparición de su hijo
amado, José, quien había sido vendido a unos mercaderes por sus hermanos a
causa de los celos que le guardaban (Génesis 37:33).
El resto del Génesis sigue la historia del hambre y de las idas sucesivas hacia
Egipto para comprar grano (Génesis 42),
que llevó al descubrimiento del José perdido.
El patriarca fue a Egipto con toda su casa a
pedido de su hijo José. Las escrituras dicen que Jacob llegó a residir en la
tierra de Gosén, con su
familia que sumaban «setenta almas» (Éxodo 1:5);
(Deuteronomio 10:22).
Llegando al fin de su vida, convocó a sus
hijos al lado de su lecho y los bendijo. Junto con sus últimas palabras repitió
la historia de la muerte de Raquel, aunque habían pasado ya 51 años desde su
deceso, "como si hubiera sucedido ayer". Entonces, "él hizo un
último pedido a sus hijos, recogió sus pies en el lecho, y expiró su alma"
(Génesis 49:33),
a la edad de 147 años (Génesis 47:28).
El cuerpo de Jacob fue embalsamado y llevado
a la tierra de Canaán, donde fue
enterrado con su esposa Lea, en la Cueva de Macpelá, de acuerdo a su solicitud
antes de morir.
Los hijos de Jacob
Jacob tuvo doce hijos. De su primera esposa Lea tuvo a Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. También
tuvo a su única hija Dina.
Estos comprendían las doce Tribus de Israel.
Sin embargo, con Leví y José el asunto fue más
complicado. Los descendientes de Leví,
llamados levitas,
fueron sacerdotes, y por lo tanto, no tenían tierras ("El Señor es el lote
de mi heredad, me encanta mi parte"). Con el fin de hacer que el número de
tribus fueran doce, ya que no se mencionaba a Leví,
y no existía Tribu de José,
se nombraron a los hijos de este último, que tuvo en Egipto con Asenat, como sustitutos: Efraím y Manasés.
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