El hijo pródigo
Jesús dijo esta parábola después de haber compartido las parábolas de la oveja perdida y de la moneda perdida. En cada historia Jesús nos da a entender que Dios es quien nos busca a nosotros. Cuando nos perdemos, es Dios quien hace todo lo posible para encontrarnos. Eso, en fin, es el cristianismo. Cuando regresamos a él, dice Lucas 15:10, que hasta los ángeles se gozan con gran jubilo.
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